3/01/2013

PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO

Seréis como dioses

La biblia nos da parábolas muy interesantes.

“Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo también esta parábola: 

«Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. 

El fariseo, de pie, oraba en voz baja: 
"Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". 

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: 
"¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!". 

Les aseguro que éste último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».”
Lucas 18, 9-14.

A los hombres nos gusta que nos aprecien, que nos tomen en cuenta, que nos amen. 
Y para ello se puede actuar de dos maneras. 

Unos, admitiendo los errores,  pidiendo ayuda para ser mejores y ser perdonados. 
Por otro lado, otros, con soberbia y orgullo hacen,  que lo que debía ser una oración,  no es  más que alabanza a  ellos mismos, dando gracias por ser "perfectos" y despreciando a los demás que no lo son. 
Seguramente tan pecador sería uno como otro a los ojos de su dios, porque la soberbia y el desprecio que tenía el fariseo hacia los demás, anula todas las demás cualidades y eso hasta los humanos lo vemos.

El soberbio, recibe cualquier corrección, como si de un ataque personal se tratase. Se pone a la defensiva en vez de ver una ayuda para abrirle los ojos. 
Esto se ve en su incapacidad de ceder en las discusiones. 
Mantiene sus posiciones por "propias", antes que por "verdaderas".

En resumen, la soberbia, el orgullo y el amor propio..., en realidad viene del mismo pecado original. 
La tentación de la serpiente que dijo…"seréis como dioses".